
Me levantaba no antes de las 10, me metía al baño a tomar mi tan acostumbrada ducha de 20', me ponía ropa "linda", me echaba algo de gloss,polvos,perfume y me iba.Pero las mismas preguntas oscilaban en mi mente cada mañana: ¿a dónde voy? ¿qué es lo que busco con tanto desespero?
Todas las mañanas era un "Y HOY QUÉ?", cuál se supone qe es el motivo que me impulsa a salir de mi cama? Definitivamente, no es él.
Así transcurrían mis días, tardes y noches...pero una mañana, de esas que nunca se olvidan, en los qe el calor no hace mas que consumir mis vagas ideas, fue que noté un cambio en mí: No quería despertar.Tenía miedo de enfretarme con mi yo interno, ese que se había cansado de susurrarme al oído pidiendo ser escuchado y al cual debía hacer frente. Tenía miedo de verme parada nuevamente en una esquina cualquiera con los ojos rogando piedad, sin rumbo alguno, tratando de buscar una salida, intentando no ahogarme nuevamente en la agonía de estar sola. Estaba harta de buscar en las calles mi ansiado HOGAR.
Ese día me di cuenta que yo misma me repudiaba por maquillar mis verdaderos sentimientos cada que podía; la peor parte de mi salió a flote haciéndome notar que esa máscara de colores no me llevaría a ningún lado hiciera lo que hiciera, siempre encontraría en mi ese vacío que me carcomía por dentro.
Los siguientes días fueron todos iguales: me pasaba las noches en vela llorando desconsoladamente hora tras hora hasta que mis ojos se cerraban y por fin podía sumergirme en mis sueños, en donde todos me amaban y vivíamos en un "mundo feliz". Cuando despertaba, me apenaba saber que seguía viva...en si, mis ansias por vivir se fueron con mis lágrimas, tal vez a París, tal vez a un desague a perderse entre mis innumerables gritos de socorro.
No podía resistir más. Esto debía terminar YA pero, ¿cómo carajo lograría acabar con esto?
MIERDA.
Fueron dos largos meses los que pasaron de igual manera sin siquiera notarlos; cada día era igual y hasta peor que el anterior.Las horas pasaban cual segundos y un día se me iba en un parpadear de ojos. Levantarme resultaba ser un verdadero castigo divino que se llevaba consigo una parte de mi que me desgarraba y no paraba hasta tocar carne viva. Estaba sola en el completo abandono en la total miseria
Mi cuerpo terminó siendo la cárcel de mi mente la cual se embriagaba con mis delirios e incoherencias decoradas con angustia y desesperanza. Mi alma y cuerpo estaban hechos trizas peor ¿ya qué? todas mis sonrisas no qeran mas que cuestiones del pasado de las cuales mi cerebro se aferraba y rehusaba a abandonar
Me encontraba abrumada al borde del abismo pero de pronto, y sin previo aviso,ocurrió un milagro. Una de esas cosas locas que te llenan de esperanza y gozo y te hacen preguntarte a ti mismo si la vida es una gran mierda planeada o si eres un pobre infeliz con suerte...sea como sea, ese día la suerte tocó mi puerta...